Ortega y Murillo, con el control del sandinismo, por más poder en Nicaragua

2MANAGUA. La nominación de la influyente primera dama Rosario Murillo como aspirante a la Vicepresidencia de Nicaragua, en fórmula con su esposo, el mandatario Daniel Ortega, que busca su cuarto mandato, deja al sandinismo bajo el control absoluto de la pareja presidencial, cuya familia pretende, además, consolidar su poder en este país centroamericano, sin la oposición.

La candidatura a la vicepresidencia de Murillo, designada por Ortega, quien eligió además a todos los candidatos a diputados por la alianza encabezada por los gobernantes sandinistas para las elecciones de noviembre, también tiene como fin preparar la sucesión del mandatario, de 70 años, consideraron analistas consultados por Efe.

El exguerrillero marxista, a quien distintos sectores acusan de querer instaurar un régimen de partido único, con modelo dinástico y autoritario, junto a su esposa, es favorito para ganar los comicios de noviembre, según los sondeos.

La principal coalición opositora decidió no participar en esas elecciones, afectada por una serie de fallos judiciales que la dejó sin su principal partido, al que recientemente el Poder Electoral y la directiva parlamentaria, controlada por el oficialismo, destituyó a la mayoría de sus diputados.

Con Ortega y Murillo con el control absoluto del sandinismo, y blindados por los poderes del Estado a los que manejan a su antojo, y sin la oposición mayoritaria en el juego electoral, los sandinistas son favoritos para arrasar en esos comicios, valoró el sociólogo y analista político nicaragüense Oscar René Vargas.

“A igual que con Somoza, Ortega nos dejó sin opción”, señaló el experto, en alusión a la dictadura de la familia Somoza que gobernó Nicaragua de 1937 a 1979, y a la exclusión de la principal coalición opositora.

Ortega, además de tener el control de las cuatro poderes del Estado, ejercer influencia sobre el Ejército y la Policía, mantener una alianza “estratégica” con la principal cúpula patronal y a la mayoría de alcaldes en su bolsillo, es además amo y señor del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), del cual es su secretario general desde finales del siglo pasado.

El 4 de junio pasado, el congreso sandinista lo facultó para designar a su compañero de fórmula y a los candidatos a diputados, y el día que registró su candidatura ante el Poder Electoral llevó la primicia de que su esposa sería la aspirante a la Vicepresidencia.

“El primer círculo del dictador es la familia”, anotó la historiadora y exguerrillera sandinista Dora María Téllez, para quien la historia de Ortega y Murillo, “es la historia de dos personajes que tienen como único objetivo en su vida detentar el poder y ejercer el poder”.

Detrás de esa fórmula presidencial está la concentración de poder en una familia y su círculo más cercano, la sucesión dinástica, el autoritarismo y la represión, apuntó la activista Azahalea Solís, crítica del Ejecutivo.

La fórmula Ortega-Murillo ha sido criticada por quienes consideran el nepotismo un mal de la dictadura de los Somoza, por el que lucharon con las armas los sandinistas.

Para los críticos al Ejecutivo, la familia Ortega-Murillo ha liquidado al FSLN como partido político y lo ha convertido en un modelo dinástico que busca entronizarse en el poder.

En caso de fallecimiento del presidente de la República, el primero en la sucesión de mando, según la Constitución nicaragüense, es el vicepresidente.

A favor de la fórmula Ortega-Murillo está la alianza de consenso con los empresarios y sindicatos, y la estabilidad económica que a permitido a Nicaragua ser el país de la región, después de Panamá, con mayor crecimiento económico en los últimos cinco años.

También que, bajo la conducción de Ortega, Nicaragua está considerado como uno de los países más seguros de América Latina con una tasa de homicidios de 8,7 por cada 100.000 habitantes y una tasa de robos de 71,5 por cada 100.000 habitantes, entre las más bajas de la región, según datos oficiales.

Además que Estados Unidos, el principal socio comercial de Nicaragua, no ve en Ortega ninguna amenaza real para sus intereses de seguridad hemisférica.

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